
Retomando la senda En Carne Viva, un libro de poemas es la forma más íntima de manifestarnos. Y es como todo libro, una temeridad si no se tiene un medio de difusión para darlo a conocer.
Malo, bueno…, no lo sé; desde fuera nos conocen mejor. Quizá al ser como una isla sin más relación que algunas lecturas, alguno de los poemas corresponda a otras épocas. Mis primeros versos los escribí el año 1933, sin haber leído a Lorca ni a Miguel Hernández. Los profesores quedaron en Bécquer, Rubén Darío y Núñez de Arce.
Dedicatoria
Mi agradecimiento a don Juan Manuel Fuente, profesor de Lengua y Literatura, que me animó a reunir estos poemas y a publicarlos. Sin su consejo y orientación no se hubieran traducido en libro. A Guillermo Sánchez, que me trazó la portada, y a mi nieto Manuel, encargado de la contraportada. Y a mi esposa Gloria, a mis hijos y nietos, que siempre me animaron. Uno de ellos, en la quinta generación, lleva las iniciales I P, de la artera familiar: él será su heredero.
A ti, padre, que me enseñaste a distinguir el verde del trigo, de la cebada, de la avena y del centeno desde apenas asomar la hoja primera. Y ya un poco mayor, a sembrar a voleo los trigos en la besana.
A ti, madre, que si el poder me acompañase, ordenaría que tu nombre, Madre, siempre con letra mayúscula se escribiese. Y estar, si hay otra vida, donde tú hayas ido.
Y a Nacho, en la cuarta generación, por el sacrificio para con sus hermanos, al hacerse cargo de todos los trabajos de nuestro campo, desde nuestra jubilación hasta hoy.